Los estudios de arquitectura están percibiendo cambios sustanciales en las necesidades de sus clientes, debido fundamentalmente a dos razones: las restricciones aplicadas a raíz del Covid-19 y el encarecimiento de la energía. “Los largos periodos de tiempo que la población tuvo que pasar en casa a raíz de los confinamientos, las restricciones y las cuarentenas, enfrentó a muchos a una verdad incómoda: sus casas no eran todo lo confortables que debían ser. Al mismo tiempo, el teletrabajo está ganando terreno frente a la presencialidad, y esto implica la necesidad de tener un espacio de trabajo en casa. Por otra parte, el encarecimiento de la energía derivado del estallido de la guerra en Ucrania, ha llevado a la gente a cuestionarse la calidad de la envolvente térmica de sus hogares, y a replantearse mejoras estructurales”, nos explica Cristina Burgos, quien dirige, junto a Borja Izaskun, el estudio de arquitectura Zebra Lab.
Con una sede en San Sebastián y otra en Pamplona, Zebra Lab está llevando a cabo en estos momentos numerosos proyectos que tienen como eje precisamente la creación de espacios bellos, confortables y de calidad que maximicen el ahorro energético. Entre sus obras más destacadas están: la reforma integral de tres viviendas en San Sebastián y un caserío en Hernialde; la proyección y ejecución de un levante de dos niveles con cuatro viviendas en el centro de San Sebastián; y la construcción de dos caseríos en Berastegi empleando materiales recuperados de edificios de la zona. Asimismo, acaban de entregar dos villas pareadas de nueva construcción con vistas al mar en San Sebastián.
Los propietarios de locales comerciales y los responsables institucionales también están viendo la necesidad de someter sus espacios a mejoras de eficiencia. En este sentido, Cristina Burgos y Borja Izaskun están finalizando dos proyectos de gran interés: la conversión en escuela del antiguo ayuntamiento -catalogado monumento histórico por el Gobierno Vasco- del núcleo rural de Itziar, y la construcción de un edificio de 400 m2 para usos múltiples que se certificará como Passivhaus, por encargo del Ayuntamiento de Olaberria. “Passivhaus es un estándar para la edificación que se basa en una muy buena envolvente térmica, a través de grandes espesores de aislamiento, un riguroso control de infiltraciones, una máxima calidad del aire interior, una apuesta por la utilización de energías renovables y un aprovechamiento energético para optimizar los sistemas de climatización”, detalla Cristina Burgos. Gracias a actuaciones como la que están llevando a cabo en Olaberria “se logra reducir el consumo energético en un 85%-90% sobre las construcciones convencionales”, concluye.
Zebra Lab
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