Cristóbal Balenciaga, uno de los creadores más importantes de la alta costura, nació en Getaria; también Juan Sebastián Elkano, el marino que completó la primera vuelta al mundo. En este pequeño pueblo costero, ahora rodeado de extensos viñedos, se ha fraguado parte de la historia que conocemos. Algo tendrá Getaria que la hace tan especial…
En la parte superior del municipio, un edificio con una fachada impresionante de aluminio negro y cristal da paso al museo dedicado a la figura de Balenciaga. Hijo de un pescador y una modista, desarrolló su talento a lo largo de décadas, diseñando con gran innovación prendas de alta costura para los personajes más ilustres de la época. El estilo cautiva a los visitantes del museo, que acaba de cumplir 10 años, a través de la atmósfera envolvente del hall y las diferentes estancias que albergan indumentaria, complementos y documentación sobre el modisto; un auténtico tesoro tanto para los seguidores del creador, como para cualquier persona interesada en el diseño, la cultura y la moda. En 2022 se cumplen 50 años de la muerte de Balenciaga, y la institución va a homenajear la efeméride con varias exhibiciones temporales de gran importancia. La primera exposición del año, que está abierta al público hasta finales de mayo, se titula ‘La elegancia del sombrero’, y está comisariada por Silvia Ventosa, conservadora de tejidos e indumentaria del Museu del Disseny de Barcelona, e Igor Uria, director de colecciones del Balenciaga.
También en 2022 se celebra el 500 aniversario de la primera circunnavegación a la Tierra, hazaña capitaneada por Juan Sebastián Elkano. “Primus circumdedisti me” (fuiste el primero que la vuelta me diste): así reza la inscripción del escudo de armas que el emperador Carlos V entregó a Elkano después de completar el viaje. La escultura del marino, situada en la plaza que lleva su nombre, nos guía hacia la zona pesquera del pueblo. Elijamos la calle que elijamos para bajar hacia el puerto, que nos encontraremos al final del camino, el olor a parrilla y el ambiente de los bares van potenciando todos nuestros sentidos y vamos visualizando aquellas épocas de balleneros, viajantes y tremenda actividad en el puerto. Allí, las rederas siguen tejiendo las redes que utilizan los pesqueros que se enfrentan cara a cara al mar Cantábrico, le miran a los ojos y no se amedrentan cuando se trata de conseguir la captura que luego llenará las parrillas y las brasas de los restaurantes. Han pasado cientos de años, pero la esencia y las formas siguen siendo las mismas.
Después de visitar el museo Cristóbal Balenciaga y comer pescado a la parrilla, es momento de visitar alguna bodega: una alfombra verde cubre las colinas que rodean el pueblo, con hectáreas de viñedos que producen la uva que da lugar al txakoli, la bebida centenaria que se originó en estas tierras. Disfrutar de una cata en este entorno natural y dejarse cautivar por la brisa mirando hacia la costa, con el “Ratón de Getaria” -la península con forma de roedor- presidiendo la bahía, es una experiencia de esas que nos reconcilia con la vida.
Getaria