En la última década del siglo XIX, Johannes Badrutt logró persuadir a la clase alta inglesa de viajar en invierno a St. Moritz. Los ingleses eran reacios a pasar los meses invernales en un lugar aún más frío que Inglaterra, pero Badrutt los convenció, garantizándoles que en St. Moritz, incluso estando todo nevado, cuando brillara el sol, podrían estar en manga corta. De no ser así, el hotelero se comprometía a pagar el coste de su estancia. Y así fue como Badrutt inventó el turismo de invierno alpino, a la vez que convirtió su hotel, el Palace, en un icono. Marlene Dietrich, Audrey Hepburn o Alfred Hitchcock están en el listado de incontables famosos que han pasado aquí sus inviernos, convirtiendo el icono en mito. Las fiestas del Palace son ya legendarias y los extravagantes deseos de sus huéspedes se cumplen sin rechistar, dejando para la historia anécdotas tan curiosas como cuando trajeron un elefante al hotel para que éste entregara un regalo de cumpleaños a un huésped, o como cuando llenaron la piscina del hotel de leones marinos para animar una fiesta.
Hoy en día Badrutt’s Palace sigue siendo superlativo en todo lo concerniente a elegancia, clasicismo y buen servicio, sin dejar de lado esa extravagancia que lo ha caracterizado siempre. Año tras año el hotel ha ido actualizándose y ampliando su dominio, hasta llegar a tener 520 dedicados empleados, 157 habitaciones y suites, 8 restaurantes, 3 bares, pistas de tenis, canchas de baloncesto, pista de patinaje sobre hielo y un centro de bienestar con gimnasio, piscinas, spa, peluquería, barbería y salas de yoga. Las instalaciones del hotel abarcan incluso edificaciones aledañas, como el restaurante Chesa Veglia, un histórico caserío convertido en 1936 en restaurante del hotel, y que ofrece comida tradicional en un ambiente único y con un servicio impecable que incluso se encarga de preparar y emplatar las langostas delante de los comensales. Otro de los edificios que ha sido construido recientemente frente al hotel es una galería comercial, que cuenta con inquilinos tan ilustres como Bottega Veneta, Giorgio Armani, Gucci, Bulgari y, cómo no, la galería Hauser & Wirth.
Tanto en verano como en invierno, St. Moritz ofrece la posibilidad de realizar numerosas actividades: navegar en el lago, hacer windsurf, esquiar, volar en helicóptero o en parapente, hacer snowboard, jugar a golf, pasear por la nieve en un carruaje arrastrado por caballos, deslizarse en trineo o jugar hasta altas horas en el casino. Y Bradrutt’s Palace es, en gran medida, el responsable de haber convertido St. Moritz en un destino tan animado, interesante y lujoso. ¿Cómo si no tendría este pueblo de 5.000 habitantes su propio aeropuerto reservado exclusivamente para jets privados?
St. Moritz es además el lugar del que parte uno de los trenes panorámicos más importantes de Europa, el Glacier Express, que llega hasta Zermatt, otro destino alpino por excelencia. En 2019 el Glacier Express incorporó al tren un nuevo y lujoso vagón, Excellence Class, que cuenta con su propio bar, Wifi y un conserje. En las 8 horas que dura el recorrido, los pasajeros pueden degustar un menú de 5 platos, mientras disfrutan del montañoso paisaje suizo.
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