Tuve el inmenso honor de que dos grandes expertos en moda y gastronomía accedieran a acompañarme durante la presentación de mi libro en el Basque Culinary Center: Miren Vives, directora del Museo Balenciaga, y Pedro Subijana, de Akelarre. Nunca se lo podré agradecer bastante a ambos.
Y es que el punto de partida del libro es Balenciaga y la exposición que tuvo lugar en el museo en 2015, en torno a la experiencia del lujo. En la exposición se evocaba la exclusividad de los salones de alta costura de la época y el acceso privilegiado de las damas de la élite a las presentaciones del gran maestro.
Uno de los momentos irrepetibles de la presentación junto con estos dos grandes profesionales fue al finalizar la estupenda exposición que Miren hizo sobre la figura del artista. Entonces Pedro compartió con los allí presentes una preciosa y desconocida anécdota que, por genuina y humana, ahora me animo a reproducir. De todos es conocido que el gran maestro decidió cerrar sus talleres y boutiques (excepto la ubicada en la Avenue Georges V de París) allá por 1.968, cuando ya con cerca de setenta años decidió retirarse a su caserío en Igueldo. Años más tarde, la misma mujer que cuidaba del maestro en las labores domésticas comenzó a trabajar en un joven Akelarre, y un día cualquiera elaboró para el equipo unos chipirones tan excepcionales, ¡que desde entonces decidieron incorporar su receta al restaurante! ¿No es una historia maravillosa sobre el cruce entre la moda y la gastronomía, de las vueltas que da la vida y sobre esas personas anónimas, que tanto aportan a proyectos y firmas icónicas?
De vuelta al presente, les cuento que Madrid está que arde esta semana y no sólo por las altas temperaturas, que también, sino porque no hay evento, revista de estilo de vida o perfil de Instagram que se precie que no hable de la fabulosa exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza sobre el modista vasco y la influencia que en su obra tuvieron grandes pintores como Zuloaga, el Greco, Zurbarán, Goya, Velázquez, Madrazo o Murillo, entre otros. Una fantástica muestra en la que confluyen piezas provenientes de los fondos del Museo de Getaria, del Museo del Traje en Madrid y de coleccionistas e instituciones privadas como la Fundación Casa Alba, junto con cuadros cedidos por el Museo del Prado para rendir homenaje al diseñador de moda más admirado e influyente de todos los tiempos.
Actualmente, la firma es una de las grandes marcas de culto en el universo de la moda, miembro del portfolio de Kering, gran conglomerado de la industria del lujo, que aglutina enseñas como Gucci o Saint Laurent. Por su cartel han pasado directores creativos de la talla de Nicolás Guesquière (actualmente al frente de Louis Vuitton), Alexander Wang y en la actualidad Demna Gvasalia y sus provocadoras sneakers triple S, o las altas botas glitter de Michelle Obama.
Mientras que el mundo de la moda recurre a piezas extravagantes y el gran público aprende gracias a bonitas exposiciones temporales, les invito a que, si no lo han hecho aún, se desplacen a Getaria y disfruten de un museo maravilloso, anexo al Palacio Aldamar, antigua casa de la marquesa de Torres, descubridora de un joven Cristóbal, y abuela de la Reina Fabiola de Bélgica. Y si completan su día con una visita paseando entre viñedos de txakolí, seguro que estarán experimentando el Lujo Experiencial en primera persona y la paleta cromática que tanto inspiró y guió al maestro durante toda su vida. Que lo disfruten.
Silvia Ortega Alcorta
Autora de «El nuevo Lujo Experiencial, claves y protagonistas»
Ilustración de Estíbaliz Blanco Alcorta: «Alberta Tiburzi con vestido de Cristóbal Balenciaga, para Harper’s Bazaar, 1.967».