San Sebastián ha ganado, en los últimos años, numerosos títulos que le han otorgado un prestigio internacional, como por ejemplo tener la mejor playa de Europa, “La concha”, o ser el mejor destino gastronómico del mundo. Pero la ciudad esconde muchos más secretos repartidos por los barrios que componen la villa costera. Descubra en esta guía su arquitectura, su naturaleza y sus costumbres.
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La Parte Vieja
La Parte Vieja, el kilómetro cero de la ciudad. Comúnmente conocida como “lo viejo”, es un área que define gran parte de la esencia de San Sebastián. Se sitúa bajo la sombra del Monte Urgull, entre el puerto y el río Urumea, a un lado de la famosa bahía de la Concha. Un lugar típico que se ha convertido en un club social para lugareños y visitantes. En sus calles peatonales se encuentran los establecimientos gastronómicos –bares de pintxos, restaurantes tradicionales– que reinan y dan sabor a este espacio histórico al que acuden cada semana miles de personas.
La actividad económica, social y festiva manda en las viejas calles de la ciudad. Los eventos más importantes se suceden, se cuentan y se reflejan en esta céntrica zona; en concreto, en la Plaza de la Constitución, una de las más populares, que es símbolo y escenario de las fiestas más importantes. Llama la atención que todos los balcones estén numerados. Esto se debe a que antiguamente la plaza se empleaba como coso taurino.
El interior de este casco antiguo alberga dos de los templos religiosos más importantes de la villa: la Basílica de Santa María del Coro y la Iglesia de San Vicente. Completa el lugar el Museo San Telmo, situado en un antiguo convento, que permite un fascinante recorrido por la historia vasca. Se trata de un edificio del siglo XVI que se integra de forma casi natural en las laderas del Monte Urgull, que está coronado por el Castillo de la Mota. Al otro extremo de la Parte Vieja está el puerto. La imagen la visten los barcos pesqueros amarrados, los restaurantes de comida marinera y las casas típicas de las familias de antiguos pescadores. En la parte final del puerto se encuentran el Museo Naval, que atesora la memoria marinera de San Sebastián, y el Aquarium. Justo ahí comienza el Paseo Nuevo, el más salvaje y hermoso de la ciudad, conocido por el espectáculo de olas gigantes que ofrece en días de temporal. Sobre el paseo, y frente al mar Cantábrico, se alza imponente la escultura Construcción Vacía del artista Jorge Oteiza.
El Centro
San Sebastián también cuenta con un carácter romántico, presumido y parisino, palpable sobre todo en el centro de la ciudad. Separado del casco antiguo por esa gran peatonal conocida como Boulevard, el centro se expande hacia el interior de la villa.
Aquí se encuentra el primer parque urbano de la localidad, la Plaza Gipuzkoa, un idílico jardín de estilo inglés del siglo XIX que sirve de recibidor al edificio de la Diputación, en cuya fachada pueden distinguirse los bustos de algunos de los navegantes vascos más ilustres.
A pocas calles de ahí, y al borde del río Urumea, encontramos otro de los focos del corazón de la ciudad, el conjunto arquitectónico de la Belle Époque compuesto por el Teatro Victoria Eugenia y el Hotel María Cristina.
Hacia el interior hay una gran área peatonal y arbolada; es la zona dedicada al shopping, con pequeñas boutiques que visten la esencia local, y grandes marcas reconocidas mundialmente. Aunque lo que sin duda llama la atención de este barrio es la catedral del Buen Pastor, un edificio de estilo neogótico que roza el cielo en todos los sentidos.
Gros y Egia
Uno, dos, incluso tres puentes permiten el acceso a los barrios de Gros y Egia, situados al otro lado del río Urumea. Se trata de dos zonas diferentes que comparten un carácter joven, comercial y donde se pueden encontrar algunos de los locales más punteros.
Desde la primera pasarela se llega del centro a Gros, dando de frente con una gran obra contemporánea: el Palacio Kursaal. La creación de Rafael Moneo consta de dos grandes edificios, conocidos como “cubos”, situados frente al mar.
A partir del Kursaal comienza un largo paseo marítimo que marca la línea de la playa de Zurriola, el arenal favorito de los jóvenes y de los surfistas. Ésta es la única de las tres playas con un espacio nudista.
En el otro extremo de la playa se abre el conocido popularmente como rincón de “el muro”, una explanada desde la que contemplar los atardeceres más cálidos los días de verano. En este punto se alza la Paloma de la Paz, la gran escultura de Nestor Basterretxea.
Al sur de Gros, cruzando las calles llenas de bares y locales de moda, se llega a Egia. Se trata de un barrio que hace poco se ha incorporado a la agenda cultural de la villa, en gran medida por el recientemente inaugurado Centro Internacional de Cultura Contemporánea, Tabakalera, cuya azotea ofrece una nueva y hasta ahora desconocida postal de la urbe.
Egia esconde además el espacio verde urbano más grande de San Sebastián: el Parque de Cristina Enea, un regalo del Duque de Mandas a la ciudad.
Antiguo e Igeldo
En el punto en el que finaliza la playa de la Concha, comienza el tercer arenal llamado Ondarreta, una zona totalmente diferente ubicada a sólo 15 minutos del centro, al que se llega atravesando el túnel MiramArt. Este pasadizo lleva la firma del artista Víctor Goikoetxea y permite experimentar, mientras se atraviesa caminando, la sensación de sumergirse bajo el agua.
Sobre el túnel se alza el señorial Palacio Miramar. Construido en 1893, fue la residencia estival de la Reina María Cristina, de Alfonso XIII y de Juan Carlos de Borbón. En la actualidad es propiedad del Ayuntamiento y sus amplios jardines son uno de los hot-spots de la capital. Desde aquí se divisa el Monte Igeldo, un lugar singular coronado por un hotel y un parque de atracciones al que se accede en un funicular que tiene ya más de 100 años. En la zona baja de la ladera se encuentra el espacio cultural más simbólico de San Sebastián, el Peine del Viento. Se trata de una obra conjunta del escultor Eduardo Chillida y del arquitecto Luis Peña Ganchegui.
Desde el Peine del Viento y atravesando Ondarreta, un área llena de antiguas villas señoriales, llegamos al Antiguo, una extensión de la ciudad popular por sus bares familiares y numerosos comercios tradicionales.
Amara y Riberas
Es hora de retomar la orilla del río Urumea, un maravilloso y relajado paseo arbolado, que además de separar la Parte Vieja y el Centro de Egia y de Gros, se adentra hacia el interior de la ciudad hasta Amara y Riberas. Ambos barrios han crecido en los últimos años aportando a la capital gran parte de la extensión actual.
Amara puede definirse a través de sus tres grandes avenidas: Sancho el Sabio, Madrid y Carlos I. Al sur, al cierre de la Avenida Madrid se encuentra el estadio de Anoeta, el campo en el que la Real Sociedad, el equipo de fútbol local de Primera División, juega los partidos. El estadio se está reconstruyendo parcialmente y se espera que esté completamente remodelado este mismo año. Junto a la instalación deportiva se encuentra la plaza de toros de Illumbe y el frontón Atano III, donde se juegan los partidos de pelota vasca.
En el barrio de Riberas se ubica el jardín de la Memoria, levantado en recuerdo de todas las víctimas de la violencia, las guerras y el terrorismo. Junto al parque está la Iglesia de Iesu, una impresionante obra arquitectónica de Rafael Moneo.
Aiete y Miramón
Las colinas de Aiete y Miramón cierran la ciudad. Se trata de dos barrios residenciales ubicados sobre una colina, y rodeados de frondosos bosques y jardines.
En la punta más alta destaca el parque de Aiete con su palacio, un espacio que en 1878 mandaron construir los Duques de Bailén y que durante años fue la residencia de verano de Franco, quien celebraba aquí en periodo estival los consejos de ministros.
Al comienzo del barrio de Miramón está el Anfiteatro, un espacio abierto al estilo romano, característico por su forma, donde se programan actividades al aire libre. Desde aquí se abren paso varios senderos a través del bosque hasta llegar al parque empresarial más grande de la localidad. Este espacio alberga algunas de las empresas más importantes del territorio, que conviven con el Basque Culinary Center, la segunda universidad gastronómica de Europa y una institución académica pionera a nivel mundial. Todo ello se combina con Eureka! Zientzia Museoa, un museo interactivo apto para todos los públicos.
Arte, cultura, naturaleza, gastronomía, paisaje. Cada barrio de San Sebastián tiene su propia esencia que la caracteriza, y todas ellas unidas hacen de ésta una ciudad única en la que perderse una y otra vez.
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