Cuando en mi anterior post vislumbraba el auge del cocooning en casa y del comienzo de la crisis sanitaria y cómo estaba afectando al mundo del lujo y la moda, no me podía imaginar el alcance de ésta, ni a dónde hemos llegado. Dicen que verbalizar una solución para una situación suele ayudar a que se cumpla. Por ello, quisiera lanzar un mensaje optimista desde esta página, “Hablemos de Lujo”, con la esperanza del pronto descubrimiento de algún antídoto que ponga fin a esta pesadilla que estamos viviendo. La monitorización diaria de la recuperación de China también ayuda a tener esperanza.
Dicho lo anterior, empiezo a estar un poco cansada del bombardeo de recomendaciones sobre cómo entretenerse estos días y cómo “no aburrirse”. ¿Aburrirse? Perder el tiempo en estos momentos me parece una gran irresponsabilidad para cualquiera con un proyecto vital en marcha. Tras un par de semanas de shock y asimilación del nuevo estatus quo, además de estar en casa por responsabilidad y no incurrir ni provocar más contagios de los ya causados, toca retomar las riendas de la situación y pensar en nuestra hoja de ruta personal y profesional en el nuevo escenario.
Aparte del drama humano, si algo está haciendo esta pandemia es acelerar algunas tendencias que veníamos observando los analistas del sector del lujo y estilo de vida. Es imprescindible tenerlas en cuenta para reorientar nuestra propuesta de valor, sea en al campo de la moda, hoteles, restauración, belleza o en cualesquiera manifestación creativa y lúdica del ser humano. El contexto ha cambiado y toca adaptarse y, si es hoy, mejor que mañana.
En este contexto, ¿qué está cambiando en nuestras vidas y qué implicaciones tiene?
Hemos caído de golpe en la primera franja de la pirámide de Maslow, esa herramienta de referencia en universidades de negocios de todo el mundo que analiza y estructura las necesidades del ser humano, desde las fisiológicas a las de autorrealización. El lujo, tradicionalmente se consideraba que estaba en lo alto de la pirámide, vinculado al deseo inagotable de querer ser, descubrir y vivir en plenitud. El lujo, hoy más que nunca, se vincula a la salud, al tiempo y al disfrute vital y personal. Pero, ¿a qué agarrarse para sobrevivir en este contexto?
Estos días asistimos a un imparable auge de la importancia de la tecnología, el teletrabajo y una concepción diferente de la moda. Si nos remitimos a otros períodos de crisis, tras la Segunda Guerra Mundial hubo un cambio de roles. La mujer se incorporó en EE. UU. a las fábricas para suplir la mano de obra masculina, lo que supuso sustituir las faldas por pantalones y buzos. Asimismo dejaron de utilizar medias de seda para que se utilizaran para elaborar bolsas parar la pólvora de los cañones. En este caso no ha habido un cambio de roles que implique un cambio en la vestimenta. Sin embargo, sí se están consolidando fórmulas más relajadas en el vestir, fruto de semanas de confinamiento, así como nuevos “working dress codes”. No obstante, la búsqueda de la belleza, tan instaurada gracias a redes como Instagram, seguro hará que recuperemos pronto las ganas de adecentarnos y “quitarnos el pijama”, siendo un acelerador del consumo. Los espacios de co-working, tan en boga en los últimos tiempos, tendrán que esperar hasta que salgamos de la zona de miedo a la proximidad de otras personas.
La digitalización será un hecho y el e-commerce se verá reforzado. Nos habremos acostumbrado a realizar compras por internet y seguiremos evitando lugares con mucha gente y largas colas, lo que se aplicará a los grandes espacios de ocio y espectáculos.
Turismo y hostelería, para desgracia de nuestro país, son los grandes impactados por esta pandemia. La contracción económica no ayudará a la alegría en el gasto y éste se realizará en un entorno más local. Los viajes a destinos exóticos y lejanos que conllevan largas horas de avión tardarán en llegar. Probablemente fórmulas como los buffet de los desayunos de hotel y las barras de pintxos tendrán que reformularse para impulsar la percepción de higiene y seguridad alimentaria. Los hoteles tendrán que reforzar y comunicar sus buenas prácticas de higiene, para evitar las fugas de clientes, que se decanten por otras fórmulas de alojamiento más controladas.
Lo más difícil de sobrellevar en el ámbito del lujo será el tiempo que tardarán en visitarnos muchos de esos clientes de alto poder adquisitivo provenientes de destinos lejanos, a tenor de lo que ahora mismo estamos viendo en EE. UU., Japón o Australia. Ellos fueron los que permitieron sobrevivir a muchos de nuestros restaurantes con estrella Michelin a la crisis del 2008 y llegar al día de hoy, como grandes referentes de nuestra sociedad.
Con los clientes a los que asesoro estamos cuestionando y revisando todo de arriba abajo. Hay mucho que hacer. Este post se queda corto para tocar todo lo que queda por revisar y cuestionar estos días en nuestros modelos de negocio. Sin duda habrá un antes y un después de esta crisis sanitaria y toca plantearse muchas cosas. Pero donde hay pasión hay esperanza.
Y ya habrá tiempo de ver series de Netflix cuando tengamos nuestros negocios y propuestas de valor reorientadas. ¡Mucho ánimo, fuerza y foco!
Silvia Ortega Alcorta
Autora de «El nuevo Lujo Experiencial, claves y protagonistas»
Ilustración de Estíbaliz Blanco Alcorta: <<Inspiración DIOR Eyes, Realidad Virtual>>