Últimamente percibo un goteo incesante de interesantes iniciativas en torno a la filosofía. Por ejemplo, durante la última edición del Festival de Cine de San Sebastián, se proyectó en la sección Perlas el aclamado film Los consejos de Alice, que trataba la relación profesional entre un importante político agotado de ideas y una joven y brillante filósofa a quien contrata con el fin de refrescar su perspectiva de las cosas y cuestionar el estatus quo.
Unos días antes, durante la celebración del reputado Festival Hay en Segovia, lugar de diálogos en torno a la cultura y el arte, fui testigo de uno de los momentos más esperados: la conversación entre Carlota Casiraghi, hija de la princesa de Carolina de Mónaco y el filósofo Robert Maggiori, con ocasión de la presentación de su libro Pasión por la filosofía. La joven promueve desde el 2015 encuentros sobre filosofía en el glamuroso principado. El evento congregó a más de ochocientas personas atentas e interesadas en la materia y generó una gran expectación, a juzgar por la abarrotada iglesia transformada en un escenario para la ocasión. ¿Curiosidad por un personaje rosa o interés legítimo por la filosofía?
Una de las ideas que compartieron fue la de la filosofía como un lugar de encuentro, en el que son bienvenidas emociones y actitudes poco valoradas en el mundo competitivo y frenético en el que vivimos. Abordaron conceptos como la debilidad, el odio, la dulzura o la fragilidad, desde una perspectiva de filosofía entendida como territorio de inclusividad e integración, atributos en alza en el panorama creativo actual.
En paralelo, a menudo descubro aulas diseñadas en modo ágora, que invitan a la reflexión y al debate en espacios modernos a priori pensados para coworking, innovación y digitalización.
Lo que me lleva a plantear, ¿estamos asistiendo a un resurgir de la filosofía? ¿Es la filosofía un territorio de lujo hoy en día? ¿Qué es lo que la ha traído de nuevo a la actualidad?
Al hilo de lo anterior, he recuperado de mi biblioteca el bestseller de los años 90, El universo de Sofía, del noruego Jostein Gaarder. ¿Lo recuerdan ustedes? Los presocráticos, Kant, Descartes, Sócrates… ¡Es increíble cuánto aprendemos y olvidamos y, quizá, qué bueno sería para nuestro cerebro, por no decir nuestro espíritu, levantar durante unos minutos la mirada de nuestro móvil y releer ciertos textos clásicos!
En mi libro sobre el Lujo Experiencial dedico un capítulo al Lujo de la “cooltura”, dando a entender que hoy en día el ser cool, entendido como relevante, moderno, emocionante o mainstream, son acepciones tanto o más importantes para tener éxito y vincularse al lujo como atributos tradicionales tales como la excelencia, el carácter artesanal, el legado, la creatividad o la innovación. Lo anterior me lleva a la conclusión que aquello que gira en torno a la filosofía y la cultura contemporánea estaría siendo cool ahora mismo.
Va a ser que la filosofía, entendida como un lugar de reflexión ha vuelto a nuestra era moderna de forma sutil para ayudarnos a sobrellevar esta locura creativa en la que estamos gustosamente inmersos pero que, por qué no confesarlo, a veces también nos satura.
La filosofía como territorio que no se explica con algoritmos ni inteligencia artificial. El ser humano frente al robot. La reflexión y el diálogo frente al automatismo y el inmovilismo. Una forma de estar en la vida, buscando preciosos momentos para reflexionar, dialogar y compartir ideas es también un lujo. O quizá es símbolo de inteligencia y madurez.
Recobremos el arte de la conversación frente a la inmediatez y a los “to do” interminables. Hablemos más, no necesariamente más alto, para avanzar y llegar a acuerdos. Parece que es muy necesario. Y que alguien se lo diga a nuestros políticos, por favor.
Silvia Ortega Alcorta
Autora de «El nuevo Lujo Experiencial, claves y protagonistas»
Ilustración de Estíbaliz Blanco Alcorta: «Inspiración La flânerie, Hermès, campaña primavera-verano, 2015».