Con el despertar turístico de Bilbao, que llegó con la apertura del Guggenheim hace 26 años, la ciudad necesitaba buenos hoteles para recibir al público cosmopolita que venía a visitar la pinacoteca. Gran Hotel Domine fue una respuesta muy acertada, no solo por ofrecer las mejores vistas del museo, del que apenas le separan unos metros, sino también porque supo vestirse para la ocasión: los diseñadores Javier Mariscal y Fernando Salas lograron darle su divertido toque al flamante establecimiento.
Siempre a la vanguardia de las últimas tendencias y con una vocación clara de continua renovación, el hotel ha vuelto a transformarse recientemente, de la mano de Foraster Arquitectos, para dar respuesta a las necesidades del viajero actual, sin dejar de lado su identidad. Los propietarios del edificio confiaron en este premiado estudio bilbaíno con el fin de realizar una reforma integral que no desvirtuara su esencia. La nueva imagen llega a través de diversas actuaciones, apostando por una paleta tonal neutra que le da una atmósfera elegante y atemporal y, a su vez, resalta el sello Mariscal con elementos particulares como los cuadros, los muebles o las esculturas.
Las 145 habitaciones, de las cuales 14 son suites, muestran ahora un aspecto totalmente renovado y destacan por su amplitud, luminosidad y cálido diseño. Se han respetado los característicos paneles de los dormitorios que combinan diferentes maderas, y se han incorporado textiles estilo British -como patas de gallo y espigas de Güell Lamadrid- y moquetas de Bentzon Carpets.
El lobby-bar, bautizado Sixty-One, es ahora un espacio acogedor y versátil, inspirado en los ambientes cosmopolitas de Londres y Nueva York, donde el acero inoxidable convive con el cuero, el terciopelo y los tonos neutros de las tapicerías. Las paredes están empapeladas y enteladas, y en el techo se sigue un dibujo geométrico que recuerda a las obras de Mondrian. Un eje longitudinal distribuye los diferentes espacios y guía el camino entre el juego de columnas hasta la barra, quedando en medio una mesa de mármol de 4,20 m de largo.
En el restaurante gastronómico Beltz (que significa “negro” en euskera), la piedra y la madera en tonos oscuros se entretejen sensualmente, mientras que el blanco de la mantelería y la vajilla, así como el terciopelo verde de las butacas brillan con luz propia en la penumbra.
Por su parte, en el Bistro Le Café la inspiración del estudio Foraster Arquitectos ha vuelto a ser la abstracción geométrica propia del movimiento De Stijl, con Mondrian a la cabeza. Los paneles acústicos del techo se cruzan con líneas de luz, formándose un damero de colores blancos, negros y grises.
Wellness by Domine es otra de las novedades del establecimiento. Este nuevo espacio es un cubo de madera de roble natural con suelo de piedra de granito con reminiscencias japonesas y grandes ventanales con vistas al Guggenheim, donde se hace un guiño a Frank Gehry -los huéspedes pueden relajarse en la silla Cross Check diseñada por el arquitecto canadiense y editada por Knoll-. Como en un baño árabe, un lavabo escultural de Durian invita a hacer las correspondientes abluciones al entrar. También se ha habilitado un espacioso gimnasio con suelos de madera y paredes de tonos piedra.
El hotel sigue estrechando lazos con el arte contemporáneo, ampliando su colección de obras pictóricas y escultóricas. Para el vestíbulo, han comisionado al reconocido estudio sueco ‘Humans Since 1982’ la realización a medida de una innovadora instalación cinética, llamada ‘A Million Times 120’. La obra juega con el tiempo a partir de la sincronización de 120 relojes y la mágica coreografía de sus manecillas, que atrapa al espectador hasta llegar a formar la hora exacta.
Por otra parte, el fastuoso ciprés de piedras de la entrada ha ganado aún mayor presencia al instalarse justo debajo un estanque de agua que refleja su imponente silueta. La cascada ha prolongado su camino hasta la entrada principal mediante canales que desembocan en otro estanque, con un impresionante olivo en el centro que da la bienvenida a los clientes. La recepción combina además diferentes acabados de granito para dar una continuidad de materiales a todo el conjunto. De este modo, los espacios más singulares del Gran Hotel Domine, pensados como si se trataran de obras de arte en sí mismos, cobran ahora una nueva vida. En palabras del propio arquitecto José Ramón Foraster Bastida: “Lo más difícil en un hotel es que tenga personalidad propia, para que no se convierta en un no-lugar”.
Gran Hotel Domine
Alameda de Mazarredo 61, Bilbao.
Tel.: +34 944 253 300