Este año Riedel celebra 265 años. ¿Cómo ha evolucionado el sector desde 1756?
Son muchas las cosas que han cambiado, incluyendo nuestros métodos de producción. Antiguamente el foco estaba puesto en la joyería y en objetos prácticos como los botones para las camisas, y objetos de regalo. La creación de copas de vino está sólo presente desde 1956.
Los intereses de los consumidores y sus necesidades han cambiado, y ahora todos nos beneficiamos del maravilloso mundo del buen vino. El vino solía estar reservado para la familia real y para la Iglesia, y hoy en día es accesible para todos. Y disfrutamos del vino a diario. Ésos son los factores clave que han cambiado, y que nos han convertido en una marca global muy popular.
Riedel ha logrado liderar el sector de la cristalería para la alta gastronomía y la hostelería de lujo. ¿Cuál ha sido la clave del éxito?
La clave del éxito ha sido que hemos sido capaces de trabajar en conjunto con la industria del vino y los enólogos, que son el ancla de nuestras historias de éxito; porque sin ellos sólo seríamos parte de mesas bien decoradas. Hay otros fabricantes de vidrio que quizás fabriquen copas más bonitas que las nuestras, pero nuestras copas son un instrumento para aquellas personas que se toman el vino en serio. Mientras los bodegueros sigan pensando que nuestras copas van a sacar lo mejor de sus vinos, los consumidores los seguirán.
Once generaciones de la misma familia han cuidado de este valioso legado desde el nacimiento de la empresa. ¿Cómo se ha desarrollado esta gestión familiar frente a un mercado global donde es cada vez más frecuente la adquisición de empresas por parte de grandes conglomerados?
Hasta el momento nadie nos ha propuesto que le vendamos la empresa. Creo que nuestra marca está muy vinculada a los líderes de la empresa, a las generaciones, a la familia Riedel. Uno de los secretos de nuestro éxito es la gente que hay detrás de la marca.
Somos actores globales. Yo he sido entrenado y he estudiado en Norteamérica, he viajado por todo el mundo una y otra vez, así que estoy en contacto directo con mis clientes, con mis asociados y mis consumidores; y desde que no podemos viajar, las redes sociales se han convertido en mi introducción personal a los consumidores. Ahora soy accesible para el consumidor. Utilizamos la maquinaria más moderna para producir copas, y utilizamos medios de comunicación modernos para estar en contacto directo con el consumidor; y creo que ésta es la clave del éxito en el siglo XXI.
¿Cuál cree que ha sido su aportación personal al legado de la empresa?
He dedicado toda mi vida a la causa, a la marca Riedel, y al deseo de legarlo a la siguiente generación. Todo lo que hago está vinculado al negocio. Hay tanto involucrado, que no podría decir que es una cosa en particular, o una colección en concreto o una persona o un empleado: es el trabajo en equipo y el esfuerzo del equipo; ésa es la clave del éxito. Riedel es mi apellido; es mi legado.
Una de sus grandes apuestas ha sido la creación de copas específicas para cada variedad de uva. ¿Cómo ha funcionado su implantación en el ámbito doméstico y en la restauración?
Creo que hemos tenido éxito transmitiendo a la industria que el vino no sólo tiene que ser producido y consumido, sino que tiene que ser celebrado. Hoy en día la gente invierte en vino. Ya no se trata de cuánto dinero se tiene en la cuenta corriente, sino de cuántos Petrus se tienen en la bodega, o cuántos Romanée-Conti. El vino tiene un estatus diferente del que tenía hace 5, 10 o 100 años. El vino se ha convertido en algo tan preciado y cuidado, que se ha transformado en un símbolo de estatus. Ya no se trata de llevar un Rolex o un Apple Watch, sino de qué vino bebes o te puedes permitir.
Y no importa qué vino se beba, qué variedad de uva, de qué país o en qué situación se haga: se estará invirtiendo dinero en vino. Cuando se abre una botella, se quiere sacar lo mejor de ella. Creo que en vínculo entre una buena botella de vino y los sentidos es la copa de vino; porque comunica. Es un altavoz que puede sacar lo mejor de esa experiencia.
El vino trata sobre compartir; y nosotros creamos la herramienta que une el viñedo, el conocimiento del enólogo y la valiosa botella con los sentidos.
¿Cuáles son los imprescindibles de Riedel que un aficionado al vino debería tener en su hogar?
Depende de la variedad de uva que se consuma habitualmente, se debería invertir en copas creadas para dicha variedad. La mentalidad tradicional de que todo el mundo necesita en casa copas de blanco, tinto y champagne, está muerta.
La segunda pregunta sería: ¿en qué nivel de calidad debería invertir? Porque en Riedel tenemos copas de Cabernet de muchos niveles de precio. Dependiendo de cómo esté producida la copa, tiene un nivel de calidad distinto, y un precio diferente. La mejor respuesta sería: ¿cuál es su presupuesto? ¿cuánto gasta de media en una botella de vino? Y con este presupuesto se debería invertir en copas. Una copa de Riedel puede costar menos de 10 € o puede llegar a los 150 €. Pero no tiene sentido comprar una copa de 150 € si se beben vinos de un nivel completamente distinto.
Usted ha convertido los decantadores en objetos de gran belleza que han tomado protagonismo en la mesa. ¿Qué papel deberían jugar los decantadores en el consumo diario de vino?
Creo que todos los vinos deberían tener la oportunidad de brillar. Y la única manera de que un vino pueda brillar es con una copa adecuada, con la temperatura apropiada y con la preparación acertada: decantándolo.
La principal razón por la que decantamos es porque el vino es vendido y consumido demasiado joven. Y la única manera natural de envejecer el vino rápidamente es decantándolo; aireándolo, exponiéndolo al oxígeno.
Hay tanta demanda de vino, que hoy en día no se produce suficiente vino, debido a causas naturales. Con los decantadores le damos la oportunidad a los vinos jóvenes de desarrollarse, como si estuvieran madurando. Así que yo decanto todos los vinos jóvenes: blancos, rosados, champanes y tintos; porque quiero sacar lo mejor de mi inversión. Y la otra razón es porque es cool, es fantástico, es una celebración del momento.
¿Qué objetivos se ha marcado para la próxima década?
Estamos atravesando momentos exigentes. Estamos viviendo un revuelo en la industria. Todo el mundo quiere tener copas hechas a mano y decantadores, y hay demasiada demanda y muy poca oferta.
Hay una enorme demanda de bienes producidos a mano, y la desventaja de esto es que no podemos abastecerla, porque nadie quiere ser vidriero. Nadie quiere trabajar con las manos. Todo el mundo ha aprendido a utilizar el ordenador y a teletrabajar, y ya nadie quiere ir al trabajo. Y esto es puro veneno para el futuro; y la Unión Europea tendrá que tratar con ello. Hay países donde la gente aún está acostumbrada a trabajar con las manos, con conocimientos y con educación, pero no nos permiten invitarlos a trabajar para nosotros a la Unión Europea. Mi miedo es no encontrar trabajadores.
Y como emprendedor, otro gran problema es que ya no quedan nuevos mercados. Riedel se distribuye en más de 100 países. Ya no queda ningún país del que no conozcamos su cultura, o cuya lengua no hablemos, así que sólo podemos crecer dentro de esos mercados. Y esto será todo un reto, porque tenemos que hablar con nuevos consumidores que quizá no disfruten de la alta gastronomía o de los buenos vinos; ¿y cómo puedo alcanzar a este consumidor? ¿Cómo puedo comunicarme con él? ¿Cómo puedo educarlo para que beba de una buena copa?
¿Qué es el lujo para usted?
El tiempo. Tiempo con mi familia, tiempo con mis amigos, tiempo para desarrollar mis vinos. Tiempo para crear algo nuevo. No entiendo a la gente que malgasta el tiempo. El tiempo es puro lujo.
Fotografías: Riedel Glas.