El Festival de Cine de San Sebastián cumple el próximo mes de septiembre 70 años de vida. Desde BASQUE LUXURY MAGAZINE queremos celebrar el aniversario del certamen con su director, José Luis Rebordinos, que ha cumplido recientemente una década al frente de la institución.
Con este motivo, y a pocos días de empezar a conocer algunos detalles que marcarán la próxima edición, nos damos cita con el máximo responsable del Zinemaldia en sus oficinas centrales, ubicadas en Tabakalera. Rebordinos nos recibe en una sala de reuniones a la que llega pendiente del teléfono; entre llamadas y constantes mensajes, iniciamos esta charla en la que repasamos las cuestiones más relevantes del cine y del Festival.
¿Cómo describiría la trayectoria del Festival a lo largo de estos 70 años?
Es muy difícil hablar de la historia del Festival porque tampoco la conozco bien. Es un festival que hasta la época de la transición democrática es muy elitista. Un festival que surge de los comerciantes de San Sebastián que quieren ampliar el verano donostiarra pero que enseguida cae en manos del Sindicato Vertical de Espectáculos del franquismo. A partir de ahí, es un festival para las clases pudientes.
Es con la transición cuando empieza a democratizarse, y, sobre todo, con la llegada de Diego Galán, que convence a la ciudad, nos convence, de que es un festival de todos. Porque hasta entonces era una cosa -se refiere al certamen- que estaba ahí, muy bonito, pero inalcanzable para los que éramos de clases populares. Y creo que, con Diego Galán, y con aquellas campañas de todos al cine, y que cada espectador encuentre su película o con el Velódromo que de alguna forma populariza las proyecciones del Festival, pasamos a una época mucho más popular donde la ciudad empieza a vivirlo como algo suyo. Algo que sigue hasta hoy, porque el espectador de San Sebastián considera el Festival algo suyo y, además, llena las salas, que es la mejor prueba de ello.
Aunque luego ha tenido diferentes fases. La época de Diego Galán ha supuesto esa democratización. Llevar el público a las salas y hacer un festival de todos. Creo que luego con Mikel Olaciregui, lo que llega es la internacionalización del Festival. Es el hombre que habla muy bien inglés, que conoce Los Ángeles, que va allí, que habla con los medios americanos, con los distribuidores internacionales… Es la época de Olaciregui la que de alguna forma pone al Festival en el mundo a un nivel poderoso. Porque hasta entonces teníamos películas internacionales pero las gestiones se hacían con Madrid, con los distribuidores en Madrid, y Mikel es el hombre que va a convencer a esos grandes distribuidores de que San Sebastián tiene sentido como lugar para promocionar y presentar las películas.
Diría que la última época que yo dirijo es una época que recoge el testigo de Mikel y que va a tener fundamentalmente dos líneas nuevas: una es la de la industria, la apuesta por la industria, con la creación del Foro de Coproducción entre Europa y América Latina, y la potenciación de los Work in Progress entre ambos mercados. En el caso del Foro, hemos pasado del primer año que nosotros llegamos con algo más de 500 acreditados a 1.800 en el último año prepandemia; aunque ahora hemos bajado de nuevo por la crisis sanitaria. Y luego está la otra parte, lo que llamaríamos el Festival de todo el año. Es una época en la que hemos creado una escuela de cine con la Diputación, con Tabakalera y la Filmoteca Vasca, apostando por una residencia de proyectos que es Ikusmira Berriak. Participamos además en la pantalla partida compartida durante los cuatro o cinco días de proyecciones en Tabakalera para todo el público, y participamos también en otro tipo de proyectos. En definitiva, si tenemos que hablar de dos líneas diferenciadas que no existían antes, una es la apuesta por la industria y la otra es la apuesta por el Festival de todo el año.
Inmersos en la preparación de la edición número 70 del festival, ¿habrá sorpresas para un nuevo número redondo?
No soy muy amigo de las grandes sorpresas. Creo que más o menos el esquema del Festival funciona, entonces, lo que hay que hacer cada año es intentar llenarlo de contenido de la mejor manera posible.
Como es el 70 aniversario estamos trabajando en la posibilidad de una exposición en Tabakalera. Sería una coproducción entre Tabakalera y el Festival con la colaboración y el apoyo financiero del Ayuntamiento de San Sebastián y la Diputación Foral de Gipuzkoa. Estamos trabajando para cerrar los últimos detalles. Espero que pueda ser una realidad y pronto podamos anunciarlo, pero no es seguro todavía. Ni cómo va a ser ni si va a existir; soy optimista, pero estamos trabajando en ello.
También vamos a poner en marcha el archivo del Festival. Por primera vez, desde hace cuatro años, se está trabajando restaurando y salvando aquellos materiales que estaban a punto de desparecer. Estamos catalogando ese archivo y estamos digitalizando parte de los fondos. En 66 años no se había hecho nada con el archivo, entre otras cosas, porque es carísimo meterte en un archivo y muy complejo técnicamente. Nosotros hemos podido aprovechar la existencia de la Escuela de Cine y su especialización en archivo, restauración… para que Pablo Laparra, que es el especialista que trabaja en la escuela, también trabaje para nosotros.
Así, por primera vez, en diciembre de este año, y coincidiendo con el 70 aniversario vamos a poner en la web un espacio para que cualquier ciudadano o cualquier especialista pueda acceder a lo que ya está disponible. La idea es además que un grupo de alumnos haga sus prácticas dentro del archivo del Festival. Algo que ha sido posible gracias a la colaboración y el patrocinio de Loterías y Apuestas del Estado y Kutxa.
Aunque respecto a este proyecto cabe destacar que necesitaremos otros tres, cuatro o cinco años para tener al 100% todo el material. Habrá cosas muy bonitas y además todo estará fisicamente en la Filmoteca Vasca, con quienes colaboramos. Estará ya restaurado y archivado, como hay que tener un archivo moderno; realmente hecho, diseñado y trabajado por especialistas. Así los historiadores, los críticos o aquellos que quieran estudiar la historia del Festival podrán ir físicamente a este archivo y ver los materiales, no solo los que están digitalizados, sino que tendrán acceso a todos los materiales restaurados y catalogados. Eso sería otra parte de lo que queremos hacer este año.
Y lo otro no es que sea una gran sorpresa, pero vamos a intentar -reitera en varias ocasiones- que como se hizo en el 60 aniversario haya cuatro Premios Donostia. De hecho, ya tenemos dos confirmados y trabajamos en un tercero. Ojalá podamos hacer un abanico de premios muy bonito para que el Festival luzca y la gente de la ciudad también pueda disfrutar de estas estrellas o de grandes cineastas.
¿Podemos tener alguna pista?
Habrá que esperar. Los iremos anunciando poco a poco. Espero anunciar -se refiere al Premio Donostia- uno pronto, probablemente antes de terminar el mes de mayo.
Podría ser la tercera edición en la que la pandemia siga como telón de fondo…
Nunca se sabe porque si algo nos ha traído la pandemia ha sido la sensación de incertidumbre. Yo viví el final de la anterior crisis, fue muy duro, pero más o menos sabíamos lo que había. Había una crisis estructural y sabíamos lo que eso nos repercutía. Con la pandemia lo que ha pasado es que hemos vivido una incertidumbre absoluta. Durante la primera edición, ya en pandemia, quedaban veinte días y no sabíamos si íbamos a poder hacerla o no.
Entonces te pasas todo un año preparando sin saber muy bien qué hacer, y esa incertidumbre se ha instalado en nuestras vidas. Y de hecho, ahora todo lo que nos llega de las instituciones, de los expertos sanitarios, porque obviamente tenemos contactos acuñados a lo largo de estos dos años, es que lo normal sea que el Festival, en términos de pandemia, sea normal. Es decir, que estemos al 100%, sin mascarillas en sala… y pudiendo hacer una vida normal de cócteles y fiestas, y así lo estamos preparando.
Otra cosa es que luego haya alguna sorpresa, porque también el año pasado parecía que en primavera todo se iba a solucionar y hay que recordar cómo fue luego el rebrote posterior… entonces, seguridad ninguna. Eso es algo que hemos aprendido, que hay que plantear las cosas cada mes y cada momento.
Porque cuando parece que la pandemia ya nos va a dejar, y que no va a ser inconveniente para hacer festivales en condiciones, llega la guerra entre Rusia y Ucrania, algo que también nos va a determinar mucho.
Nos determina políticamente con toda la polémica que hay sobre si películas rusas sí o no, cultura rusa sí o no… y con todo lo que supone económicamente, porque si esta guerra no se soluciona rápido puede haber un efecto inflación muy fuerte. Una vez más, vivimos en la incertidumbre y tendremos que ir reaccionando de la mejor manera posible según vayamos viendo.
En ese asunto queríamos detenernos, ¿qué consecuencias cree que puede tener la guerra para el Festival?
Económicas sin lugar a duda. De hecho, ya lo estamos viendo en los proveedores, en los hoteles, por ejemplo. De entrada, en muchos de ellos, no en todos, con un intento de subida de precios. Que lo entiendo, porque realmente hay previsiones de una inflación muy fuerte. Entonces, de aquí a septiembre, el proveedor de turno, nos dice: “yo no te puedo mantener los precios como estaba previsto porque realmente esto puede variar mucho”. Y lo entiendo. Lo que ocurre es que el Festival a su vez tiene el presupuesto que tiene, y no tiene un presupuesto adecuado para asumir esa inflación.
Además de cómo condicionará desde un punto de vista político con la polémica sobre la cancelación o no de todo lo que sea cultura rusa… También es un tema complicado y muy espinoso, al que tendremos que ir respondiendo.
Otros sectores sí que han aparcado su actividad con Rusia, ¿qué planteáis desde el Festival respecto a todo lo que pueda venir de allí?
Los grandes festivales como el nuestro, junto a Cannes o Venecia, estamos en la misma línea. No vamos a hacer ninguna colaboración con las instituciones oficiales rusas, pero tampoco vamos a vetar una película de un cineasta ruso simplemente por serlo. No lo vamos a hacer. Porque además en muchos casos sería quitarles a muchos de ellos un altavoz para criticar la guerra, o criticar al propio Putin. Porque muchos son contrarios a lo que está sucediendo. Más de un director que ahora está terminado películas ha tenido que salir de Rusia precisamente por problemas con Putin. Pero al margen de eso, pienso que un ciudadano no es responsable de lo que hace su gobierno.
Porque la siguiente pregunta sería, ¿y qué pasa con las películas de Israel, que encarcela niños continuamente? También ponemos películas de China donde obviamente los derechos humanos son conculcados en muchas ocasiones. ¿De qué país ponemos películas entonces? Porque si rascamos poco a poco, la conculcación de los derechos humanos se generaliza en este planeta, incluyendo Europa. No hablemos de cómo tratamos a los emigrantes.
Es meterte en un espacio muy complicado que creo no nos corresponde. Yo creo que el Festival tiene que ser un lugar de encuentro donde obviamente no vamos a dar voz a aquellas teorías a favor de la guerra o que apoyen la ocupación de un país por parte de otro, pero a partir de ahí, creo que el Festival tiene que ser un espacio abierto a propuestas de ciudadanos de todo el mundo.
¿Cree que los próximos años veremos en el Festival trabajos que reflejen todo lo que está ocurriendo?
Está pasando desde hace tiempo. La guerra de Rusia y Ucrania no empieza ahora, lleva muchos años. En el Donbás están en guerra desde hace mucho tiempo. Con bombardeos, con muertos, con intercambio de prisioneros… y lo estamos viendo en las películas.
Quince días antes de empezar la guerra acabábamos de seleccionar una película ucraniana, que no sé si acabará en el Festival, porque las circunstancias son muy raras, donde había un intercambio de presiónenos en el 2014 entre ambos países en el Donbás.
A través del Festival tenemos acceso a directores, productores ucranianos, también rusos y a veces lo que nos llega por los medios de comunicación no sé si es la verdad, pero desde luego no es toda la verdad. Es decir, que es muy diferente cuando hablas con la gente que está allí y te cuentan cómo lo viven, porque muchas veces lo viven de manera diferente.
Las cosas son muy complejas, y no me atrevo a hablar de conflictos que no conozco. Ahora todo el mundo tiene una opinión cerrada sobre el conflicto y sobre la guerra. Obviamente hay una ocupación y una guerra que ha comenzado Rusia que ha ocupado Ucrania saltándose todo el Derecho Internacional, pero no tengo todos los datos de esta compleja situación.
Recuerdo con el conflicto vasco que todo el mundo estaba en contra de ETA, pero luego oías los análisis desde fuera y te dabas cuenta que muchas opiniones eran fruto del desconocimiento de lo que estaba pasando realmente aquí. Por eso nunca me atrevo a opinar sobre otros conflictos más que en lo básico.
Hoy la política internacional es muy compleja y está llena de intereses. Yo ya la inocencia la perdí hace tiempo. Y estoy seguro que detrás de lo que está pasando en Ucrania, hay muchos intereses económicos, geoestratégicos…
Cambiando de asunto. El pasado año no hubo distinción de género en el premio de interpretación. También hubo mayor presencia de mujeres en el jurado… ¿Son decisiones que transforman el Festival hacia lo que exige la sociedad actual?
Hay cosas que son casualidades. Intentamos que los jurados como son impares, sean equitativos. Lo que ocurre es que no siempre salen como quieres. Porque tú vas haciendo los jurados, de pronto se te caen, y tiras de lo que puedes y te interesa.
Por eso ha habido años con más hombres en el jurado, y otros con más mujeres. Este año no tengo ni idea de cómo va a acabar. Puede acabar también con más hombres. Es decir, que no es una regla de oro, aunque sí intentamos que sean paritarios.
De la misma forma que sí estamos en contra de las cuotas en las películas ya terminadas, ya que me parece absolutamente machista y patriarcal elegir una película de una mujer, aunque te parezca mucho peor que la de un hombre, por el hecho de ser de una mujer. Aunque sí es necesario que, en los comités de selección, de dirección… la mirada sea paritaria, que haya más o menos el mismo número de hombres y mujeres.
En este asunto de la paridad sí se ha trabajado de forma activa desde el Festival…
El Festival siempre ha sido mayoritariamente femenino. De las 40 personas que conforman el equipo, más de 30 son mujeres. Y yo soy el director, pero tengo dos subdirectoras, una directora financiera y una directora de comunicación. De los nueve departamentos fijos siete lo dirigen mujeres. Y esto ha sido fruto de algo muy sencillo: cuando tú tienes una mirada abierta, y haces oposiciones o buscas lo mejor, lo normal es que haya tantas mujeres como hombres. Es decir, no están menos preparadas las mujeres, incluso me da la impresión de que ahora las mujeres están especialmente preparadas. Probablemente porque tengan cierta conciencia de la dificultad de acceder a los puestos. Es una pasada las chicas jóvenes la preparación que tienen.
Y claro que el Festival busca esa paridad, aunque luego hay mil circunstancias que te determinan. Lo que sí creo es que desde el Festival, como desde toda la sociedad, llevamos muchos años poniendo el foco en el tema de la mujer. Creo que de pronto sí hemos tomado conciencia y nos hemos dado cuenta de que aquí había un problema. Porque no era normal no tener ninguna directora de Festival que fuera mujer.
Entonces sí que hay conciencia en el mundo del audiovisual, y en el mundo de los festivales, y eso nos incluye. Aunque hay que ver qué podemos hacer para que esa paridad, para que esa normalidad, poco a poco vaya llegando. Creo que de hecho lo vamos notando con algunos rasgos, que la mujer empieza a tener una mayor presencia en el mundo del audiovisual.
¿Podría la próxima dirección del Festival estar liderada por una mujer?
Estoy seguro de que si todo se da de manera normal la siguiente directora será mujer. Es realmente importante para mí, como ha pasado los últimos años, que el director del festival o directora salga del equipo. Y en este caso, con dos subdirectoras, una directora financiera y otra de comunicación, lo lógico sería que la próxima dirección salga de una de esas cuatro personas. Por eso, creo que por primera vez cuando yo deje el cargo o me pidan que lo deje, el Festival tendrá una directora. Claro que nunca se sabe porque eso no lo decido yo, lo decide el Consejo de Administración, y puede haber otro tipo de cosas que determinen otras decisiones. No lo puedes asegurar, pero parece encaminado hacia ahí.
¿En qué medida se siente presionado por la opinión pública? Por ejemplo, por lo ocurrido con Johnny Depp…
No soy fácilmente impresionable por ese tipo de cosas. Tengo ya una edad, tengo sesenta años, y asumes con cierta tranquilidad las polémicas. Lo que sí tengo es menos cuerpo de polémicas. Quizá con treinta años el cuerpo te pide estar en primera línea de fuego y ahora el cuerpo me pide tranquilidad. Pero no me asustan las polémicas, las asumo con total normalidad.
Cuando tienes un cargo público, es normal que haya polémicas. Tus decisiones a unos van a gustar y a otros no. Y cuando vivimos en tiempos tan convulsos, con temas como el género, la sostenibilidad o la racialidad, es normal que haya polémicas y no pasa nada. Ahora por ejemplo nos estamos juntando con una serie de asociaciones de mujeres, y es muy interesante oír opciones contrarias, debatirlas y dar la tuya.
A mí lo que me molesta es cuando se hacen afirmaciones que son falsas. Y si hablamos del terreno de la opinión, siempre aquél que la de, que sepamos quién es y no sea anónimo.
El problema es cuando se dice, por ejemplo, que Johnny Depp es un maltratador. Y tú dices: ¿en base a qué? O se dice que ha sido condenado por maltrato. Y no es verdad; nunca ha sido condenado en sede judicial.
Me molestan los datos cuando son falsos. Porque hay una utilización. Y muchas veces por parte de algunos periodistas, no de todos, sí que hay cierta búsqueda del amarillismo o de la bronca. Porque es mucho más espectacular titular Depp es un maltratador que explicar el contexto, los detalles… en definitiva, la verdad. Es mucho más fácil poner un titular que te van a linkar aquellos a los que no les cae bien. Esto es lo que se lleva ahora en muchos casos, y yo no estoy ahí. Ahora bien, en el debate abierto, siempre.
¿Seguirá el Zinemaldia programando series y películas de plataformas audiovisuales? ¿Cómo está siendo la adaptación respecto a estas plataformas?
Nosotros juzgamos el material audiovisual que vemos, no juzgamos el modo de producción: si es una producción clásica, tradicional o una plataforma. No entramos ahí. El único gran festival que no pone estas películas es el de Cannes, por cierta presión del exhibidor francés al Consejo de Administración, aunque estoy convencido que el año que viene con la nueva presidenta accederán también a las producciones de las diferentes plataformas.
¿Cómo ve el futuro de los cines frente a la cada vez mayor presencia de las plataformas digitales?
Es lo que más me preocupa, aunque creo que el problema no son las plataformas que solo son una parte del conflicto. Lo que más me preocupa es la exhibición, que es quien más está sufriendo. El gran damnificado de los nuevos tiempos es la exhibición.
El problema surge cuando los nuevos dispositivos electrónicos nos permiten ver una película en buenas condiciones. Eso lo cambia todo. Precisamente las plataformas han conseguido terminar con la piratería, porque antes lo que hacían los chavales era piratearlo y verlo a través de un iPad o un móvil. Yo creo que las plataformas han venido para quedarse, es una parte del negocio, de rentabilización del negocio, y lo que hay que buscar es un equilibrio.
Estoy seguro que los cines van a seguir, que siempre vamos a querer ver una película en pantalla grande. Probablemente haya menos cines, y veremos cómo son los cines del futuro. Creo que, igual que están cambiando las formas de narrar, y las formas de producir, tendrán que evolucionar las formas de exhibir y también los cines.
Habrá que estudiar cómo tienen que ser las ventanas de exhibición. Habrá que estudiar si una parte de los grandes beneficios de las grandes plataformas tienen que ir de alguna forma a aportar la exhibición.
Hace falta un trabajo de todo lo audiovisual, de todos los sectores implicados, muy fuerte; yo soy optimista, yo creo que los próximos años se irán encontrando las fórmulas, pero va ser complicado y quien más está sufriendo, y probablemente más sufra, será la exhibición. Y me da mucha pena porque a mí realmente donde me gusta ver las películas es en el cine.
De vuelta al Festival, la sección Zinemira está dedicada exclusivamente al cine vasco. ¿Es una forma de proteger la cultura vasca?
Somos un festival participado de dinero público. De las cuatro instituciones que conforman el Festival, tres son vascas. De alguna forma tenemos una obligación respecto al cine español. Ya existía Made in Spain, y hace algunos años creamos Zinemira dedicado al cine vasco, lo que nos permite presentar un número mayor de películas vascas. Afortunadamente los últimos años las películas vascas ya están presentes en todas las grandes secciones, desde la competición, Nuevos Directores, Zabaltegi…
Pero es verdad que esta sección nos permite recoger ese material que igual ya ha salido en otros festivales, o que es más pequeñito, y que tiene difícil cabida en las secciones más grandes, y lo podemos exhibir en Zinemira.
¿Es el Festival un escaparate al mundo para dar a conocer el País Vasco?
Durante muchos años, cuando no era director, cuando los años de la violencia de ETA, salías fuera y prácticamente la gastronomía, el Grupo Mondragón, el Guggenheim y el Festival eran las cuatro únicas imágenes positivas que veías desde Nueva York, Tokio o Berlin… Entonces sí, el Festival es muy buena imagen para Euskadi.
Una buena forma de contar la ciudad, el territorio y el país al extranjero; y siempre en clave positiva. De hecho, no os hacéis a la idea de la cantidad de gente que ha venido a Euskadi, famosa, confidencialmente, sin decir quiénes eran, con nombres falsos, porque otros actores o actrices que habían estado en el Festival les habían contado sobre la ciudad. Creo que el Festival ha ayudado a dar a conocer una visión positiva de nuestro país.
Nosotros que tratamos el lujo, queremos saber, ¿qué es el lujo para usted?
El lujo es vivir, y la salud; algo que nos están enseñando los últimos años. El dinero no vale nada si no tienes salud. Es bueno tener una situación económica saneada. Hace falta un mínimo de medios económicos para sobrevivir, y hay mucha gente que no los tiene y que están sufriendo. Pero creo que es muy importante la salud.
Diré también los tópicos como el amor, el cariño de tu gente… Eso son los lujos, incluso el cine me parecería un lujo de segunda. Hay lujos más importantes, la salud y tu gente.
Fotografías: 1 © Festival de San Sebastián. 2 © Fotocar. 3 © Luiza Goncalves. 4 © Jorge Fuembuena. 5 © Montse Castillo.