Escuché esta expresión durante la VII edición del Excellence Day del Círculo Fortuny, la asociación española de marcas de alta gama, que puso en esta ocasión su foco en la artesanía. “Craft is the new black”, vinculado al “Little black dress”, esa prenda de fondo de armario que te acompaña en múltiples ocasiones, por su versatilidad y relevancia; o también en su connotación de ser algo que está de moda. Ojalá.
Unos días más tarde asistimos en Madrid a la Cumbre del Clima. Es una pena que hayamos tenido dos días de lluvia intensa que se hayan llevado la boina de contaminación que a veces cubre los bonitos edificios de Madrid. Digo que es una pena, porque así los asistentes a la cumbre se hubieran sentido más presionados a tomar en serio el calentamiento climático.
Gran parte de la situación actual es resultado de muchos años de malas praxis en la industria textil, la segunda más contaminante del planeta. Yendo a ejemplos concretos, para fabricar unos vaqueros hacen falta de media 10.000 litros de agua. Sí, sí, 10.000. Y para una camiseta 2.500.
Pero no todo es responsabilidad de terceros. Quizá también nos toca a todos y cada uno de nosotros revisar nuestros hábitos y preferencias. Black Friday, Cyber Monday, Single Day… ¿Cuándo y quién nos inculcó que el valor venía de la acumulación de productos rebajados temporalmente? ¿Realmente necesitamos otro pijama, otro jersey, otro vaquero u otro bolso? ¿Cuándo aprenderemos que el verdadero valor se encuentra en objetos bellos que conllevan una larga vida de uso por su propia naturaleza y calidad? Queda mucho en el camino de la educación hasta inculcar que el consumo y la acumulación de objetos de calidad cuestionable esté mal visto y se considere de mal gusto. Personalmente, cada día valoro más las propuestas únicas y genuinas. Si se produjera menos habría menos necesidad de un Black Friday orientado a reducir stocks de piezas no vendidas. Ojalá el lema “Craft is the new black” se vaya expandiendo y no tengamos más nubes negras originadas por el ser humano y su consumo.
La semana pasada también tuvo lugar en el Museo Lázaro Galdiano un interesante encuentro de artesanos, empresarios y pensadores. Promovido, entre otras personalidades relevantes, por Don Enrique Loewe, impulsor de la Fundación del mismo apellido y del Craft Prize, un concurso cuyo objetivo es descubrir e impulsar trabajos de una gran maestría artesanal y que está siendo una palanca para posicionar la firma de forma relevante por el mundo.
Me gustan esta ola de jóvenes artesanos contemporáneos llenos de buen gusto y que plantan cara al consumo rápido. Que privilegian la belleza y el respeto a la maestría y la sabiduría frente a la compra compulsiva de la oferta online. Sospecho que van a ser las estrellas de un futuro inmediato, como ya sucedió con los chefs, que pasaron de estar en el anonimato a ser estrellas mediáticas. El conocimiento tras los oficios y los maestros artesanos es un recurso escaso y valioso, por ello un lujo. Al tiempo.
Lo anterior me permite recordar el concepto de la Alta Artesanía, el término que escogí en mi libro para presentar el proyecto textil y cultural de Ábbatte, Premio Nacional de Artesanía al Emprendimiento. Ubicado en las montañas de Segovia, su misión consiste en la recuperación del saber hacer textil de la zona, vía la producción de piezas hechas a mano de gran calidad, elaboradas con ricas hilaturas por tejedoras locales. Para ellas no hay modas, más bien hacen un lanzamiento cada vez que ponen la urdimbre del telar a funcionar. Estética contemporánea pero atemporal, depurada y sobria. Productos de una estética única que no uniformiza, piezas únicas y exclusivas de una gran calidad. Objetos artísticos para la vida diaria llenos de alma y que hablan de la individualidad de quien los posee y disfruta.
Me gustaría acabar este artículo recordando otra propuesta que me tiene fascinada, la de Hartea Stone Design, una empresa de cantería creativa en la que el artista Joseba Lekuona experimenta con materiales nobles como la piedra o el mármol. Sus maravillosos soportes gastronómicos, que en sí mismo son una bellísima escultura, son objeto de deseo de amantes del arte y de turistas americanos que valoran la sensibilidad estética, dominio de la técnica y belleza que conlleva.
Es cosa de todos que “Craft is the new black” sea una realidad y que aprendamos a rodearnos de objetos bellos y que nos acompañen en el tiempo.
Silvia Ortega Alcorta
Autora de «El nuevo Lujo Experiencial, claves y protagonistas»
Ilustración de Estíbaliz Blanco Alcorta: «Inspiración Ábbatte».