BASQUE LUXURY entrevista en exclusiva a la baronesa Ariane de Rothschild, cuyo enfoque visionario ha conseguido perpetuar un legado centenario. Sus iniciativas se articulan a través de Edmond de Rothschild Group y Edmond de Rothschild Heritage, en cuya estrategia el País Vasco cuenta con un lugar destacado. Ejemplos de ello son la bodega Macán o el hotel Palacio de Samaniego, en Rioja Alavesa, auténticos iconos del lujo en el territorio. Hablamos con ella sobre arte, patrimonio, estilo de vida y familia.
Usted es la presidenta del Consejo de Administración del Grupo Edmond de Rothschild, una entidad de banca privada e inversión con una larga historia de más de 250 años. ¿Qué supone dirigir este negocio en un entorno tan volátil como el que hemos vivido en los últimos años, con la pandemia y -más recientemente- la guerra de Ucrania?
La situación geopolítica y económica que vivimos hoy es compleja: una guerra en Europa, la pérdida de soberanía energética, la inflación, la subida de los tipos de interés, los mercados a medio gas, la amenaza de la recesión… Todo ello contribuye a lo que algunos observadores llaman «la tormenta perfecta». Es en estas situaciones cuando nuestra responsabilidad debe ser mayor. La coyuntura actual nos empuja a acelerar en sectores que ya habíamos identificado como importantes y rentables para nuestros clientes a largo plazo. Durante más de quince años, nuestras inversiones y productos financieros han respondido a lo que prevemos que serán los principales retos del momento, tanto medioambientales como sociales, así como demográficos, en Europa y en el resto del mundo. No solo debemos valorar una inversión en función de sus resultados financieros, sino también por lo que aporta a la sociedad. El contexto que vivimos nos insta a mantener nuestro rumbo estratégico con una visión a largo plazo para favorecer la sostenibilidad y las inversiones con impacto positivo en la economía real.
La familia Rothschild ha desempeñado un papel muy relevante en momentos fundamentales de la historia, como la Revolución Industrial, financiando y adquiriendo participaciones en sectores como la metalurgia, el carbón o el ferrocarril. ¿En qué sectores le gustaría invertir en los próximos años?
Nuestra familia siempre ha participado en la transformación y el desarrollo de las economías. Por ejemplo, en 1837, James de Rothschild fue el inversor principal de la primera compañía ferroviaria, llamada «La Compagnie des Chemins de Fer du Nord». En esa misma época, Lionel de Rothschild ayudó a financiar el Canal de Suez, que transformó sobremanera las rutas comerciales entre Asia y Europa. Hoy tengo la misma visión de lo que debe ser una inversión: tiene que impactar y crear valor a largo plazo. Por eso hemos apostado por las infraestructuras, la transición energética, la descontaminación del suelo, las nuevas tecnologías agrícolas o la renovación de inmuebles.
También está al frente de Edmond de Rothschild Heritage, un grupo con presencia global que se centra principalmente en tres sectores específicos: vino, hoteles y naturaleza. ¿Qué puede decirnos de este gran conglomerado y de las actividades que desarrolla en cada uno de estos sectores?
Edmond de Rothschild Heritage reúne toda nuestra actividad en el ámbito del estilo de vida. Estas labores forman parte de la coherencia de nuestro ecosistema: nos anclan en la economía real. Es un legado diversificado que Benjamin heredó y que nos corresponde modernizar y rentabilizar para transmitirlo a nuestros hijos. Como todo lo que hacemos, vamos hasta el final del proceso. Es esencial perpetuar el saber hacer centenario de mi familia y, al mismo tiempo, renovarlo, ampliando los límites de la innovación y la excelencia para ofrecer nuevas experiencias a nuestros clientes.
En el sector del vino, trabajamos para mejorar constantemente la calidad de nuestras producciones francesas y de otros países con expertos reconocidos como Eric Boissenot. Además de las compras que estamos realizando en el extranjero, como la reciente adquisición de la propiedad de Akarua en Central Otago (Nueva Zelanda), seguimos centrados en nuestras fincas francesas, con el objetivo de mejorar todo nuestro potencial, tanto en el viñedo como en la bodega. En Château Clarke, 50 años después de que mi suegro Edmond adquiriera la propiedad en 1973, estamos completando la remodelación de los edificios técnicos, que durará tres años, para ayudar a poner a Château Clarke al nivel de los mejores vinos del Médoc.
En el ámbito de la hostelería en Francia, nuestras actividades se basan en una sólida asociación entre Four Seasons y nuestra familia, aportando un nuevo enfoque a la hostelería de lujo. Los estándares internacionales de excelencia de nuestro socio se combinan con nuestros valores e historia para ofrecer una experiencia única.
En España, nos llena de orgullo poder ofrecer este mismo nivel de experiencia, en solitario y de una forma diferente, en el Palacio de Samaniego en Rioja Alavesa.
En el ámbito de la ganadería, tras inaugurar el año pasado nuestra unidad de metanización en la Granja Trente Arpents, hemos iniciado numerosos proyectos que responden a una lógica eco-responsable: la multiplicación de colmenas para favorecer la polinización, la creación de nuevas recetas Briard para asegurar la transmisión del conocimiento local y el refuerzo de una agricultura sostenible que limita los abonos y favorece las condiciones sanitarias de nuestro rebaño.
En 2017 adquirió el Palacio de Samaniego, en Rioja Alavesa, con el objetivo de ofrecer una experiencia hotelera única en la región. Hoy, dicho establecimiento es líder en el sector del lujo…
Con el Palacio de Samaniego he querido ofrecer una nueva experiencia, inspirada en la forma de vida de mi familia, para añadir belleza y elegancia a esta casa histórica y dar una nueva dimensión al enoturismo en Rioja Alavesa.
El hotel cuenta también con un restaurante gastronómico que ofrece cocina vasco-francesa. ¿Es una fórmula que reúne lo mejor de cada región?
La gastronomía une y crea puentes entre personas y culturas. Tierra y Vino actúa como nexo de unión entre el territorio vasco y el saber hacer francés, preciso y minucioso: la experiencia es única y sorprendente, con respeto a los productos locales y a los vinos que se sirven…
Merece la pena ver el centenar de obras de arte de su colección privada expuestas en las zonas comunes y las habitaciones del palacio. ¿Por qué ha querido exponer sus piezas en el hotel? ¿Qué importancia tiene el arte en su vida?
El arte está totalmente integrado en el ADN de los Rothschild. Desde el siglo XIX, mi familia ha destacado por su enfoque visionario del mecenazgo cultural, apoyando a artistas ilustres de cada época. Para mí, el arte está vivo. Debe ser visible, accesible y compartido con el mayor número de personas posible.
¿Tiene previsto desarrollar nuevos proyectos relacionados con el País Vasco?
Por el momento me gustaría consolidar la solidez económica de los proyectos realizados en el País Vasco. Lo importante es recoger la experiencia de los clientes y sus impresiones, lo que nos permitirá ajustar nuestra visión y prever el futuro.
¿Qué es para usted el lujo?
La sencillez y la autenticidad.
Fotografías: Aimée Hoving, Frédéric Mereisse, Weston Mills.