La Ruta del Hierro en los Pirineos es un proyecto compartido entre diversas instituciones, que se enmarca dentro de la filosofía y las pautas del Instituto Europeo de Itinerarios Culturales. Se tienen en cuenta, principalmente, las pautas encaminadas a fomentar la unidad entre sus miembros a través de la cultura, y a promover, a su vez, la diversidad de la identidad europea. Se entiende que es esencial para las nuevas generaciones tomar conciencia de los valores europeos comunes, y que para llegar a identificar esos valores, se debe promover el patrimonio como vínculo entre diferentes regiones y culturas, además de como reflejo de la historia.
La cadena montañosa de los Pirineos, que ahora consideramos una barrera que separa dos estados, ha sido en el pasado un espacio común para las diferentes comunidades que ocupan el territorio, además de ruta de comercio y vía de transmisión tecnológica y de cultura. Esos lazos han sido especialmente intensos en lo que se refiere a la producción de hierro, industria en la que ha habido una tradición propia, perfectamente diferenciada del resto de Europa. Se manifestaba en lo que se conoce como reducción directa, proceso por el que se obtenía hierro en una sola operación en hornos bajos y abiertos. A finales del siglo XIX, sin embargo, para poder competir en el mercado, tuvieron que adoptar el proceso de reducción indirecta en hornos altos, generalizado en el resto de Europa desde unos siglos antes.
Esa tradición siderúrgica compartida ofrece además un legado patrimonial común en el que han coincidido distintos programas de valorización cultural desarrollados en Andorra, Cataluña, País Vasco, Ariège y Aquitania. Sobre esa base, y, en un proceso escalonado a lo largo de 15 años, se ha configurado una red de colaboración transfronteriza plasmada en una asociación de carácter internacional, que aspira a revalidar la certificación de Itinerario Cultural Europeo. La componen entidades que cuentan con equipamientos museísticos vinculados al patrimonio siderúrgico, a las minas o al paisaje del hierro, con la finalidad de compartir experiencias y competencias en el ámbito de la conservación y la difusión de ese patrimonio, añadiéndose la lectura turística.
En el caso del País Vasco están integradas en esa red un total de 11 entidades que gestionan 14 equipamientos.
La Diputación Foral de Gipuzkoa, cuyo representante preside la Asociación, está presente con los recursos del Centro de Interpretación de las minas de Arditurri (Oiartzun) y la Ferrería de Agorregi (Aia). En Arditurri se pueden visitar los grandes vaciados mineros del subsuelo, contemplando testimonios de minería de diferentes épocas, incluidas galerías romanas. La ferrería de Agorregi resulta ser una instalación excepcional por su diseño que, por otra parte, reproduce fielmente los talleres de las fábricas hidráulicas del siglo XVIII, hasta el punto de haberse producido hierro con los métodos de aquellos tiempos.
El ayuntamiento de Irun ofrece el parque de Irugurutzeta, formalizado en torno a una batería de espectaculares hornos de calcinación, planos inclinados y demás infraestructuras propias de las explotaciones mineras. El de Rentería presenta el legado de cinco siglos de actividad industrial ligada al hierro y los testimonios de la Fandería, que fue la laminación hidráulica más importante del país.
Los ayuntamientos de Zerain y Mutiloa son los responsables de la puesta en valor de paisajes mineros extraordinarios; unos ordenados en torno al denominado valle del hierro; otros en torno al coto minero de Aizpea, que cuenta con su propio centro de interpretación. En las cercanías se sitúa, además, el famoso viaducto del ferrocarril de Ormaiztegi, integrado en la ruta por medio del ayuntamiento de la localidad.
De titularidad municipal es también el conjunto de Igartza, en Beasain, que cuenta con un edificio palaciego del siglo XVI al que se asocia el complejo de la ferrería, y molinos con sus canales y depósitos de agua. En el interior del palacio se exponen las piezas de una monumental presa de gravedad de madera, del siglo XVI, gracias a la que se embalsaba y derivaba el agua necesaria para el funcionamiento de las instalaciones hidráulicas.
La Fundación Lenbur de Legazpi gestiona el museo del hierro del País Vasco, la ferrería de Mirandaola y el Chillida Lantokia, todo un itinerario local en sí mismo, que permite integrar en la visita tanto las actividades productoras primarias, como es el caso de la ferrería, como la faceta de creación artística, por medio del proceso de la obra del escultor Chillida.
Al museo del hierro del País Vasco de la Fundación Lenbur se suman el museo de Máquina Herramienta de Elgoibar, gestionado por la Fundación del mismo nombre, y el museo de la Industria Armera del ayuntamiento de Eibar. El primero es un museo vivo que presenta en funcionamiento, por medio de soportes y poleas, familias de tornos, taladros, fresadoras, cepillos, sierras, etc., tal y como se hacía en las primeras industrias de la comarca. El segundo alberga una extensa colección de armas y una gran variedad de productos fabricados en Eibar (bicicletas, motos, máquinas de coser…). Viene a ser un completo recorrido por el devenir de la historia industrial eibarresa, desde el siglo XIV hasta nuestros días.
El grupo de equipamientos guipuzcoanos en la Ruta del Hierro se completa a día de hoy con el Museo Vasco del Ferrocarril, dependiente de la Compañía Eusko Trenbideak del Gobierno Vasco, y Chillida-Leku, el museo al aire libre soñado por el escultor Eduardo Chillida.
El museo del Ferrocarril muestra la evolución de ese medio de transporte a lo largo de 150 años de historia. Cuenta para ello con más de sesenta vehículos totalmente restaurados y en funcionamiento: locomotoras de vapor, tranvías urbanos, vagones de viajeros y mercancías, trolebuses, etc. De la sede del museo, en lo que fueron los hangares del ferrocarril de vía estrecha del Urola, en Azpeitia, salen los trenes de vapor que llegan hasta la estación de Lasao, reviviendo una época en la que Gipuzkoa contaba con una de las mayores densidades de red ferroviaria de Europa.
En la finca Zabalaga de Hernani tiene su sede el museo Chillida-Leku, concebido como un gran espacio abierto en el que se exponen las obras de este genial artista. En ese cuidado jardín, las hayas, los robles y los magnolios conviven con las monumentales esculturas de acero y granito ubicadas en perfecto diálogo con el entorno. Es, sin duda, un museo único, confeccionado en sí mismo como una gran obra de arte. En él la fusión entre arte y naturaleza se produce de una manera natural.
Realmente merece la pena tomarse un tiempo para conocer en profundidad estos recursos de enorme interés histórico, y, por qué no, ir más allá de nuestras fronteras, visitando la Ruta del Hierro en los Pirineos en su conjunto.