El cine, desde sus inicios, tuvo presencia en la Comunidad Autónoma Vasca. El mayorazgo de Basterretxe (1929) o Edurne, modistilla de Bilbao (1924) son algunas de las películas pioneras de nuestro cine. Pero no será hasta los años 60 o 70, cuando un grupo de cineastas (Eceiza, Uribe, etc.) se plantearían hacer un cine nacional vasco. Es en este momento cuando el cine pasa a ser parte de la vida pública, social y política del país.
Más tarde, en los años 90, habría un nuevo grupo de importantes directores, cuyas referencias eran la televisión y el mundo de los tebeos, que nos darían algunas importantes películas. Urbizu, Calparsoro, Medem… son parte fundamental de la historia de nuestro cine. Sin embargo, la mayor parte de ellos tuvieron que marchar fuera de nuestra Comunidad, sobre todo a Madrid, ya que aquí les era imposible producir sus películas con la ambición técnica y artística que ellos proponían.
Hace 22 años el Gobierno Vasco creó Kimuak, programa para la promoción y distribución internacional del cortometraje vasco. Aquí participaron cineastas como Altuna, Esnal, Marian Fernández, Cobeaga, Zuazua, Bermejo, Almandoz, Goenaga, Garaño y Arregi, entre otros. De aquí salieron los cineastas que hoy están haciendo historia y llevando nuestro cine por todo el mundo.
En el camino ha habido cambios significativos. Si Loreak (2014) supuso que la crítica internacional fijara su mirada en nuestro cine, Handia (2017), ganadora de 10 Goyas, demostró que en Euskadi podemos ya producir grandes películas. Y el éxito de público y crítica de La trinchera infinita en el Festival de San Sebastián, ha supuesto la demostración de que el éxito de nuestro cine no es algo coyuntural, sino algo que ha venido para quedarse. Además, los ciudadanos del País Vasco se sienten cada vez más orgullosos de su cine y acuden con mayor asiduidad a verlo en nuestras pantallas.
José Luis Rebordinos
Director del Festival de Cine de San Sebastián